sábado, 31 de marzo de 2012

Tira la primera piedra!!!


Del mismo modo que me supera aquello de "quitarle hierro al asunto" porque creo que cuando las cosas tienen "hierro" hay que ponerlas al rojo vivo, el recurso a tirar de la bíblica frase de "el que esté libre de pecado que tire la primera piedra" no deja de dejarme un poco perpleja en algunos casos, porque parte del supuesto de que todos, sin excepción, tenemos algo de pecadores, de inmorales, de corruptos; parte del supuesto de que hasta las mejores personas, con las mejores intenciones, se equivocan y meten la pata alguna vez, cosa que no deja de ser cierta, pero para algunos y solamente en algunos casos.

No obstante y dado que últimamente me han entrado ganas de tirar la primera piedra ante la provocación que para mí supone la frase bíblica a la que dedico estas líneas, creo de justicia poner algunos puntos sobre algunas íes.

Es verdad que las personas no somos más que personas y que en el viaje que supone la vida nos encontramos con situaciones en las que debemos elegir un camino y a veces sin pensarlo y otras muchas, después de una concienzuda reflexión, elegimos el camino equivocado porque es más cómodo, menos doloroso o simplemente más fácil; pero también es verdad que al menos los que superamos la barrera de los treinta años, aunque sea por poco, hemos recorrido ya un trecho lo suficientemente largo para reconocer la corrupción y la integridad y para tomar voluntariamente el camino de una o de otra y de cargar con las consecuencias de tal decisión.  Es verdad que podemos equivocarnos, pero esto último es tan verdadero como que no siempre lo hacemos y como que muchas veces, ponemos nuestros principios y la idea de lo que es correcto por delante de lo cómodo y lo fácil.

Por ello, lo que me irrita de esta frase es que su punto de partida es que no hay ni habrá en escena ni una sola persona de conciencia recta capaz de tirar, de hecho, la primera piedra; el que lo dice, supone a todos los demás de su misma condición, supone que nadie se atreverá a tirarla porque todos somos humanos, nadie es perfecto y todos cometemos errores alguna vez, lo que como he dicho, es verdad, a medias; lo que no es verdad es que no haya ni uno sólo de nosotros capaz de ser coherente, íntegro y valiente como para poner sus principios por delante de cualquier consideración y actuar en consecuencia, en modo tal de ser capaz de tirar la primera piedra cuando se presente la ocasión.  Como es natural y obvio, no me refiero a la piedras físicas que lanzamos con intención de infligir daños corporales, me refiero a las piedras, mucho más afiladas y contundentes de la denuncia y el rechazo.

Se trata, desde mi perspectiva, de una visión bastante pesimista del género humano, que desconoce que hay personas en el mundo a las que les es físicamente imposible traicionar sus principios o luchar contra una conciencia implacable que les perseguirá sin descanso para recordarles que los principios son eso, principios, bases sobre las que debe asentarse la vida y sin las cuales la misma se tambalea y amenaza con caer en el pozo sin fondo de los tristes, de los que viven únicamente atendiendo a deseos momentáneos y a la satisfacción de necesidades corporales siempre inagotables.

No me cabe en la cabeza que permitamos que nos provoquen con esta frase, en particular porque me sorprende y asquea que quienes nos provocan tirando de ella creen en verdad que somos de su condición y piensen que es improbable que un día, antes de terminar de plantearla, reciban un impacto de piedra directamente en el corazón.