viernes, 5 de octubre de 2012

“Hay gente que escribe más de lo que lee”…y el Flamenco!



“Hay gente que escribe más de lo que lee” me lo dijo ayer mi director de tesis para reiterar la importancia de leer mucho, muchísimo antes de formar una opinión sobre lo que sea y mucho antes de ponerla por escrito.
En ese momento lo pensé y pensé también en la cantidad de opiniones que vertemos, yo en particular, en el día a día y de lo poco que sabemos sobre las materias sobre las que discutimos, a veces acaloradamente.
Y hoy, revisando mis apuntes de la reunión de ayer me he vuelto a encontrar esta perla, entrecomillada, bailando en el folio y recordándome lo poco, poquísimo que sé sobre lo que digo y escribo.
Estas reuniones con mis queridos, queridísimos directores de tesis constituyen para mí más que un baño, una cascada de humildad, por lo poquísimo que sé y lo muchísimo que me enseñan.  Me pasa lo mismo –salvando las distancias- en las clases de Flamenco.  Por eso, hoy me he levantado con la intuición de que unas y otras, a su manera, me están enseñando una lección fundamental, además obviamente del método correcto para escribir una tesis doctoral con éxito y sobre todo con alegría y la manera correcta de colocar el peso del cuerpo para que parezca que nos movemos con libertad y con intuición cuando la realidad es que el Flamenco es una ciencia y un arte cuyo aprendizaje  toma años y años de trabajo y paciencia.
El nivel en el Flamenco se nota al primer vistazo, este arte es despiadado, o se mueve todo el cuerpo con armonía y una buena técnica o el resultado revela irremediablemente las carencias de quien lo ejecuta.  Pasa lo mismo con la ciencia pero no con los discursos y opiniones que echamos al viento en charlas de café, reuniones de trabajo, reuniones familiares, el taxi, el autobús, andando por la calle y un largo etcétera, pero especialmente, los que dejamos por escrito en correos electrónicos tan instantáneos que cuando le damos a enviar, con un click, dejamos de ser dueños de nuestras palabras y en los blogs que algunos creamos para descargar nuestras cabezas y llevarlas un poco más ligeras.
Son esos discursos, sobre todo los escritos, en los que he pensado cuando he escuchado lo de “Hay gente que escribe más de lo que lee” y he llegado a la conclusión de que escribir o hablar más de lo que se lee, es igual que intentar bailar Flamenco sin conocer la técnica ni los acordes, un desatino.
No dejaré de escribir ni de bailar, aunque no haga ninguna de las dos cosas bien y aunque a veces hable y escriba más de lo que leo e intente humildes tanguillos muy por encima de mis posibilidades sólo por la alegría de bailar y sólo porque a veces simplemente no puedo quedarme callada.  Haré el propósito no obstante, de hablar bajito y decir siempre “a mi me parece que …” antes de emitir cualquier juicio de valor, al igual que me pongo la última en la clase de Flamenco e intento que no se me vea ni por el espejo.
De modo que la ciencia, el discurso y el Flamenco tienen mucho que ver…y mucho que enseñar también.