miércoles, 3 de noviembre de 2010

El Derecho Humano al Agua y el saneamiento

Debería estar en las portadas de todos los periódicos, y no lo está…debería aparecer al principio de todos los noticieros, y no aparece…todo el mundo debería hablar de él y sólo una minoría, selecta, pero minoría al fin y al cabo conoce y habla del tema.
Ríos de tinta han corrido sobre la prohibición de las corridas de toros en Cataluña, un asunto tan simple como que la libertad de uno termina donde empieza la del otro y que no es dable torturar y matar seres vivos por diversión; hemos pasado días enteros inmersos en un mundial de fútbol que no beneficia a nadie más que a quienes obtienen lucro a partir de la ingenuidad del resto; el debate sobre el estado de la nación nos ha acompañado tardes y tardes enteras en las que hemos sido testigos de las dotes de oradores –no muy impresionantes- de “nuestros” políticos, preguntándonos si estos larguísimos y nada elegantes debates servirían para mejorar la situación de los parados, de los pensionistas, de los jóvenes, de las mujeres…
Mientras tanto, en el seno de Naciones Unidas se discutía la necesidad de proclamar un nuevo derecho humano: el derecho humano al agua y el saneamiento. Más bien dicho, una treintena de estados valientes y decididos presentaron una propuesta para que el derecho al agua y al saneamiento se incluyera en la lista de los derechos humanos.  Y no nos enteramos.
La crisis económica nos ha hecho recordar que la vida puede no ser tan buena como esperábamos, que podemos quedarnos sin trabajo, que nuestros sueldos y pensiones pueden recortarse, que los impuestos pueden subir, que algunos de los bienes y servicios a los que nos hemos acostumbrado tan rápido pueden no ser tan asequibles en el futuro…etc. etc. etc. y mientras discutimos sobre nuestros problemas de ricos, nuestros pequeños disgustos y sinsabores del día a día, 884 millones de personas no tienen acceso al agua potable, mientras nosotros no podemos imaginar ni siquiera un día sin agua, 884 millones de personas están en peligro de muerte por enfermedades relacionadas con el suministro de agua y la sanidad.
Yo creo en el derecho internacional y creo en los derechos humanos; en estos últimos en particular, porque han sido los precursores del “cumplir” y “hacer cumplir”, en serio, de verdad, porque son los únicos derechos, en el marco del derecho internacional, que cuentan con mecanismos de promoción y control, porque son exigibles a los estados y a las personas  y porque su fin último es la salvaguardia de la dignidad del ser humano.
No sé lo que es la dignidad del ser humano, nadie lo sabe.  Lo que es seguro es que existen ciertos requisitos indispensables, sine que non para la dignidad y lo que es más seguro aún es que el derecho al agua, indispensable donde los haya, es uno de ellos.  Porque, ¿cómo podemos hablar de dignidad cuando hay personas que no cuentan con agua potable para beber, preparar sus alimentos, cuidar su aseo y el de sus viviendas?, ¿qué es la dignidad entonces? Como yo lo entiendo, a quien le sea negado el derecho al agua, le es negada con él la dignidad que debería ser inherente a todos los seres humanos, sin distingo.
Si tenemos que decidir por dónde empezar a cambiar el mundo, que sea el agua, que sea el derecho al agua, que el agua sea un derecho humano inalienable que asista a todas las personas, que la provisión de agua potable y saneamiento sea exigible a todos los estados, que el agua potable llegue a cada rincón del planeta, que no tengamos que lamentar la pérdida de más vidas por causa de la deficiencia de las políticas públicas pero sobre todo por causa de la avaricia y la indecencia de quienes obtienen lucro de la comercialización de un bien que no debería tener valor de cambio, que debería estar a disposición de todos, para el riego y la industria también pero sólo y únicamente cuando las necesidades básicas de las personas, de todas las personas, haya sido satisfechas.
No me cabe en la cabeza que sólo una minoría haya estado al tanto, no me cabe en la cabeza que en pleno siglo XXI todavía haya gente que no tiene acceso al agua potable y al saneamiento y no me cabe en la cabeza que los gobiernos permitan que ciertas empresas obtengan lucro de un bien tan esencial como el agua…las botellitas de agua que compramos todos los días, despreciando el agua de buenísima calidad que sale por nuestros grifos europeos y enriqueciendo más aún a las multinacionales, tampoco me caben en la cabeza…


No hay comentarios:

Publicar un comentario